La ópera de Penella se estrena en la Zarzuela, con dirección escénica de José Carlos Plaza y musical de Cristóbal Soler
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Vuelve a los escenarios la ópera «El gato montés», con música y libreto de Manuel Penella. La última vez que se presentó fue con motivo de la Expo'92 en Sevilla, en una producción del Teatro de la Zarzuela, firmada por Emilio Sagi, y con la edición crítica de Miguel Roa. En el reparto estuvieron Plácido Domingo, Verónica Villarroel, Joan Pons, Teresa Berganza y un joven Carlos Álvarez. Aquel encuentro de grandes voces quedó registrado en un disco.
Hoy, dos décadas después, «El gato montés» regresa en otra producción del Teatro de la Zarzuela, con la misma edición de Roa (es la única que existe), pero bajo la dirección de José Carlos Plaza, que ha queridosubrayar el dramatismo de la historia y de la música, alejándose de los tópicos «españolistas».
«El brillo y la luz de su famoso pasodoble —que yo evité al principio— oculta una ópera que es casi una tragedia, llena de una gran complejidad musical y escénica, y también de una gran belleza». La obra aborda los amores de una gitana, Soleá, dividida entre dos hombres, Rafael, torero de buena familia; y el gitano Juanillo, «el gato montés», que se ha echado al monte perseguido por la justicia tras matar a quien quiso deshonrar a Soleá.
Pasiones españolas
«Es una obra que tiene mucho que ver con los ancestros españoles. Creo que Penella hizo un trabajo extraordinaro sobre el conocimiento del alma humana, y las raíces que motivan las pasiones españolas», apunta Plaza.
Asegura, además, que no ha querido presentar la tauromaquía desde la perspectiva del folclore, «sino la del minotauro, que representa al hombre que tiene un destino prefijado, la muerte». Un destino que comparte con Juanillo, «que morirá, pero por amor».
Soleá, personaje racial que lleva la pasión hasta el límite, representa para el director de escena, «a nuestro país. Por un lado, está el instinto y la fuerza; y por otro, la lógica intentado no vivir en la miseria. Por eso se vende, y pagará un precio por ello». El director de escena ha enmarcado la tragedia en una escenografía «esencial», de claroscuros que recuerdan a la Andalucía profunda retrada en obras como «Bernarda Alba».
En esta economía de elementos, se ha apoyado en iconos: un olivo seco, un espejo barroco, una capilla ... «He intentado huir de la españolada y el folclorismo andaluz», admite Plaza. En cuanto al vestuario, ha contado con su colaborador de siempre, Pedro Moreno.
Plácido, de torero a gato
Del reparto, destaca la experiencia de Ángeles Blancas (que se alternará con Saioa Hernández), «una fuerza de la naturaleza»; y la juventud y «humildad» de Andeka Gorrotxategui (se alternará con Ricardo Bernal). A Juanillo le darán vida Ángel Òdena y José Julián Frontal, en un papel de barítono que propusieron a Plácido Domingo.
«Se lo ofrecimos cuando estuvo aquí, en el teatro, con motivo de un acto por su 70 aniversario, pero no pudo ser», se lamenta Cristóbal Soler, responsable de la dirección musical.
Conscientes de que la obra ha trascendido gracias al
dúo y el pasodoble,
Oliver Díaz, que dirigirá a la Orquesta de la Comunidad de Madrid durante algunas funciones, no desmerece el resto de la partitura «que está llena de ideas maravillosas y de referencias a otras músicas, como Puccini».
«También hay muchos giros del cante jondo —añade Soler— y de música andaluza. Y a nivel de expresionismo está llevaba al límite. Yo la calificaría como la ópera de las pasiones. Va a impactar», confía.
Uno de los grandes atractivos de esta producción es la presentación escénica de Andeka Gorrotxategui en el Teatro de la Zarzuela (ya participó en un recital a principio de temporada, acompañado también por Ángeles Blancas), que será Rafael. Para el papel ha tomado como referencia la única grabación que existe (de Domingo), de 1992. «Es lo único que tenía», bromea. A pesar de las comparaciones, el tenor vasco aborda este reto «con muchas ganas. Es una historia muy fuerte, pero hemos tenido un mes de ensayos, lo que me ha permitido meterme en el papel tanto desde el lado dramático —es un personaje tremendamente posesivo, al borde del maltrato— como musical —vocalmente a veces es un poco dura, pero la canto muy agusto—».
Para ello ha contado con la ayuda de Plaza, «que es muy puntilloso pero con él he aprendido mucho. Siempre te acompaña, en cada escena, se tira por el suelo contigo. No se queda sentado en una silla».
Cantar y bailar
Saioa Hernández, también debuta en la Zarzuela. Un día fue audicionar para uno de los papeles más pequeños pero la llamaron, para su sorpresa, para Soleà, a quien define como «una mujer atormentada, sometida por las reglas de los payos», que vive y sufre «bajo la maldición que una gitana ha echado a Rafael».
Vocalmente, asegura, que no ha encontrado grandes dificultades. «Es un papel bastante lírico, con matices de lírico-spinto». Además de cantar tendrá que bailar. «Nos ha preparado Cristina Hoyos», indica, responsable de la coreografía.
Completan el reparto, Milagros Martín, Enrique Baquerizo, Luis Cansino, y Milagros Poblador, entre otros. Estará en cartel en Madrid hasta el 11 de marzo, después la producción viajará a Valladolid, donde la interpretará la Joven Orquesta Nacional de España.