La mujer de los quince a los veinte,
es más dulce que un pirulí;
de los veinte a los treinta emborracha,
porque huele como el jazmín.
De los treinta a los treinta y cinco,
es sabroso licor de anís.
La mujeres de quince y de veinte,
de treinta y cuarenta, me gustan a mí!
Chíbiri, chíbiri, chíbiri, chíbiri!...
lá, lá, lá, lá, lá, lá, lá, lá,...
Es la rubia cabello de ángel,
aunque el ángel sea Luzbel,
morena rosquilla caliente
con almíbar de trigo y miel;
la trigueña jalea pura;
la castaña marrón glacé;
no siendo rubita o trigueña,
morena y castaña me gustan también.
¡Chíbiri, chíbiri, chíbiri, chíbiri!...
Siempre el amor...
Siempre el amor anda por el mundo ,
volando a nuestro alrededor,
y es la mujer cebo que nos brinda
peligroso pescador.
De sobra sé que la red tendida está
y que el amor me pescará.
Dulce es caer en sus finas redes
si el rico cebo es la mujer.
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