MANUEL ROMÁN 2014-06-14 / http://www.libertaddigital.com/
Fue el 10 de octubre de 1856, coincidiendo con el cumpleaños de la reina Isabel II, cuando se inauguró en Madrid uno de los más bellos coliseos españoles, desde luego el primero dedicado a la lírica española, situado a espaldas del Congreso de los Diputados: el teatro de la Zarzuela. Nada menos que tres obras se estrenaron en tal fecha: "Catalina", de Joaquín Gaztambide, "El dominó azul", deEmilio Arrieta, y "El diablo en el poder", de Francisco Asenjo Barbieri. Tres grandes compositores, cuyos apellidos figuran con toda justicia en el callejero madrileño. Pues, bien: aquellas tres zarzuelas, que los amantes del género tal vez no conozcan hoy, vuelven a representarse, separadamente, hasta el próximo 21 de junio en el mismo histórico escenario, dirigidas por Álvaro del Amo, al frente de un gran elenco, entre cantantes y coros, amén de un selecto grupo de actores entre los que figura el muy popular y reconocido Emilio Gutiérrez Caba. De las tres obras, la tercera de las citadas, "El diablo en poder" narra las intrigas palaciegas que se sucedían en el Madrid del primero de los Borbones reinantes, Felipe V.
Coincide este tributo a los tres padres de la zarzuela, en el teatro que lleva el nombre de este género tan popular a los ciento cincuenta y ocho años de su inauguración, con un auge en la cartelera madrileña de esta modalidad de teatro musical. Hace apenas dos meses y medio hubo varias representaciones en el Teatro del Canal de una antología titulada "Viva Madrid". Con más de un centenar de participantes en ella, nos pareció un espectáculo fascinante, que nos hizo recordar aquellos otros que dirigía el inolvidable José Tamayo. Felicité al director de ese teatro, Albert Boadella, quien nos comentaría: "Es un montaje carísimo, que requiere de una subvención, claro está, porque de otro modo las localidades alcanzarían un precio muy elevado, no asumible para el gran público". Y es que, desgraciadamente, si se quiere asistir a una representación de zarzuela con una gran orquesta de medio centenar de profesores, amén de los correspondientes intérpretes, normalmente entre veinte y treinta como mínimo, con el añadido indispensable de una decoración a tono y el vestuario correspondiente, los gastos se elevan muy por encima de las taquillas que puedan obtenerse.
De ahí que sean los teatros oficiales o municipales quienes hagan frente a tal reto. Ahora mismo y hasta el día 29 de junio, en el teatro municipal Fernán-Gómez, de la madrileña plaza de Colón, se presenta "Esencia de zarzuela", en una muy digna producción a cargo de Luis Olmos, en la que se repasan fragmentos y romanzas de "La Chulapona", "El barberillo de Lavapiés", “Doña Francisquita” y “Luis Fernanda”. Claro está que no hay ninguna orquesta en el foso, sino una pianista, excelente dicho sea de paso. Nos gustó la representación a la que asistimos, advirtiendo que no sólo había espectadores de edad madura, sino jóvenes entusiastas de este género tan nuestro.
Prueba también del auge actual que comentamos es que en otro escenario madrileño, el del también añejo teatro Reina Victoria,regentado por el entusiasta Enrique Cornejo, que pretende mantener periódicamente temporadas líricas, se dan funciones dobles de "Agua, azucarillos y aguardiente" y "La Gran Vía", dos joyas populares del género chico. Que ya saben no es inferior a la zarzuela; simplemente, se le llamó así en relación con lo que dura una obra, sesenta minutos a lo sumo. Imaginamos que este verano se sucederán representaciones de zarzuela en otras muchas ciudades. Afortunadamente no es un género marchito y forma parte de nuestra cultura popular. Grandes tenores como por ejemplo Plácido Domingo, se iniciaron con él antes de dedicarse a la ópera. En su caso, en la propia compañía de sus padres. Y a él le corresponde haber dado a conocer la última zarzuela del gran maestro Federico Moreno Torroba, para quien la escribió especialmente: "El poeta", estrenada hace justamente treinta y cuatro años, el 19 de junio de 1980, en el teatro de la Zarzuela, precisamente.
Fue la última zarzuela, por otra parte, en estrenarse, ya que por lo general el repertorio habitual se programa generalmente seleccionando una treintena solamente de títulos (entre varios miles que hay registrados en la SGAE), que, aparte de los citados, suelen ser éstos, entre otros: "Alma de Dios", "Los de Aragón", "La calesera", “La canción del olvido”, “El caserío”, “Los claveles”, “La corte de Faraón”, “La chulapona”, “La Dolorosa”, “El dúo de la africana”, “Loa gavilanes”, “Gigantes y cabezudos”, “Las golondrinas”, “El huésped del sevillano”, “La del manojo de rosas”, “Marina”, “La parranda”, “La revoltosa”, “La rosa del azafrán”, “La del soto del parral”, “La tabernera del puerto”, “La verbena de la Paloma”… y si acaso una docena más. Y esas son las joyas del género que el público disfruta todavía. A pesar, insistimos, de lo caro que resulta ponerlas en pie. Si a ello se une que las últimas generaciones tienen otros gustos musicales llegaremos a la conclusión de que ya es meritorio que en la segunda decena del siglo XXI la zarzuela goce de la aceptación popular.
Sépase que surgió en el siglo XVI. Que Calderón de la Barca fue uno de los primeros autores en escribir obras de teatro musical. Y que su nombre proviene del lugar donde se hallaba un pabellón de caza utilizado por el Rey Felipe IV, en las inmediaciones de El Pardo, rodeado de zarzas. En dicho pabellón el monarca se solazaba junto a sus invitados asistiendo a representaciones escénicas con música. Y ello justificó que se llamaran "fiestas de zarzuela", término finalmente abreviado hasta que el género acabó conociéndose, simplemente, como zarzuela.
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