"No es comedia,sino una fábula pequeña en que, a imitación de Italia,se canta y se representa".

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martes, 9 de agosto de 2011

Los Sobrinos del Capitán Grant



Novela cómico-lírica-dramática en cuatro actos, en prosa. Texto de Miguel Ramos Carrión. Música de Manuel Fernández Caballero. Estreno: 25 de agosto de 1877, en el Teatro del Príncipe Alfonso, de Madrid. Acción en Madrid, América del Sur y Oceanía, siglo XIX.
Personajes e intérpretes principales:
Soledad – Joven y desenvuelta bailarina, soprano
Ketty –Estirada escocesa, sobrina de Sir Clayron. soprano
Marcial Mochila – Pobre militar retirado, barítono
Escolástico – Petimetre enamorado de Soledad, tenor
Sir Clayron – Escocés, capitán y dueño del barco Escocia, actor
Dr. Mirabel – Sabio naturalista despistado, Actor
Jaime – Jefe de los bandidos, barítono
El General, tenor cómico
El Comandante, barítono
El Capitán Grant, actor
Los Sobrinos del Capitán Grant

Argumento.

Acto I. El subteniente retirado Mochila comenta a Soledad su plan para hacerse inmensamente rico: hace algún tiempo encontró en el vientre de un besugo un mensaje del Capitán Grant que, según él, naufragó en las costas chilenas, está prisionero y dispone de un gran tesoro que está dispuesto a compartir con quien acuda en su búsqueda. Soledad y Escolástico, para seguirle la corriente afirman ser sobrinos del Capitán y estar dispuestos a ir en su busca. Aparecen Sir Clayron y Ketty que se han enterado de la historia por un anuncio que Mochila insertó en los periódicos, y se incorporan a la expedición poniendo a disposición de Mochila su barco (el “Escocia”) y su dinero. Ya en alta mar, aparece en el barco el doctor Mirabel, un despistado naturalista que quería ir a Filipinas y se equivocó, en lugar de embarcar en el "Irlanda" se metió en el "Escocia".
Acto II. Estamos en una plaza de Chile y es día de fiesta. Soledad, Escolástico, Clayron y Ketty esperan a Mochila que ha ido a buscar información sobre el barco desaparecido. Llega el subteniente pero las noticias no son las esperadas: hace más de diez años que no se ha hundido ningún buque español frente a Chile. Lo probable es que Grant esté prisionero de los indios en el interior del país. La expedición -a lomos de burros- se pone en marcha bajo la supervisión de un guía que los conduce hacia los Andes a través de cortadas y desfiladeros. Llegados a la cumbre de las montañas, apenas tienen tiempo de descansar porque un terremoto asola la región y las cumbres pierden, incluso, su forma original, para dejar paso -más que nada- a la pampa argentina (necesidades y licencias del guión). Mochila, tendido en el suelo sin sentido, preocupa a los expedicionarios que no advierten cómo el doctor Mirabel es "raptado" por un enorme cóndor. Ambas situaciones se resolverán satisfactoriamente. El subteniente vuelve en sí y el hábil guía mata al pájaro sin herir al doctor. Pero no acaban aquí las peripecias.
El siguiente cuadro se desarrolla en un campamento militar. Los protagonistas han sido apresados y, tomados por espías, son sometidos a un consejo de guerra. El juicio es una farsa pero no les salva de la pena capital. Claro que el pelotón los fusila con salvas y los condenados pueden huir. Cómodamente instalados en la copa de un árbol –los aventureros han dado con sus huesos en un "país inundado"- descubren que el Capitán Grant no se encuentra en América, sino en Australia. Un rayo cae sobre el árbol y cuando los amigos van a abandonarlo se dan cuenta de que están rodeados de caimanes.
Acto III. Lejos de las fauces de los reptiles, los aventureros han establecido contacto con un tal Jaime –temido facineroso del lugar- que dice ser el contramaestre del "Veloz", el barco de Grant. El forajido se une al grupo pero lo que en realidad busca es robar a los incautos viajeros. Mochila y sus compañeros se enteran de que el "Escocia" ha sido asaltado y el subteniente se sumerge en el mar para recuperar las joyas de Sir Clayton y -bajo el mar- mantiene una pelea con Jaime, que resulta arrastrado a las profundidades por un gran pulpo.
Acto IV. Los viajeros -excepto el doctor- caen en manos de unos maoríes y son condenados. Logran escapar y refugiarse en la montaña de un volcán que, naturalmente, entra en erupción. Huyendo de la quema los intrépidos aventureros llegan a una gruta y descubren que el jefe de los indígenas es -ahora- el doctor Mirabel. Satisfechos de hallar a su compañero en tan improbable posición continúan su búsqueda y descubren al Capitán Grant que, cosas de la vida, no desea abandonar aquellas tierras. El tesoro lo tienen los indígenas. Mirabel haciendo valer sus derechos de jefe, se hace con él y todos los viajeros emprenden la huida para regresar a España.

Comentario.

Los sobrinos del Capitán Grant, basada en la novela de Julio Verne Los hijos del Capitán Grant, constituye uno de los grandes éxitos del teatro bufo, promovido en Madrid por el polifacético actor y empresario Francisco Arderius, porque es obra espectacular, cómica y con una música excelente. Se trata de una gran producción y fue estrenada con un derroche de medios verdaderamente inhabitual para la época y las posibilidades técnicas que ofrecía el teatro. Para sus 18 cuadros se presentaron 22 decoraciones y más de 300 trajes. Sin embargo, la crítica, al menos la publicada por El Imparcial no vio en ella nada especial, sino “una serie de cuadros deshilvanados, sin plan, ni originalidad, ni gracia y sin otra unidad que la de ser los mismos cinco actores que salen a decir unos cuantos chistes de almanaque o a cantar algunas coplas para dar tiempo a que los maquinistas muden las decoraciones y los coristas varíen de traje”. No se puede decir que este crítico –cuyo nombre desconocemos- estuviera acertado. Sí lo estuvo el público que acudió en tropel al teatro del Paseo de Recoletos, llevando la obra hasta las 80 representaciones consecutivas en la capital. Después, Los sobrinos iniciaron su presentación en toda España con éxito indiscutible en todas partes hasta convertirse en obra habitual de las Navidades, pues se consideraba muy entretenida para el público infantil y juvenil. Esta tradición, mantenida hasta no hace mucho tiempo en Bilbao, parece perdida y no sería mala idea recuperarla y volver a dar ocasión a Mochila y sus amigos de renovar las aventuras que les suceden en la búsqueda del desaparecido Capitán Grant.
Musicalmente, Los sobrinos del Capitán Grant es también una gran zarzuela, no sólo por sus más de cuarenta minutos de música, sino porque ésta es una de las más bellas partituras escritas por el maestro Caballero. Música inspirada, de impacto directo y bien orquestada.
Tras el preludio habitual, se inicia la zarzuela con un simpático “Coro de vecinas”, que se quejan de la ramplona música de unos murguistas. Siguen dos intervenciones de Marcial Mochila: su “entrada “(Soy un hombre que está desesperado”) y el “raconto” en el que cuenta su descubrimiento y la idea de ir en busca del Capitán Grant. Formada ya la expedición y a bordo del “Escocia”, tenemos ocasión de disfrutar de una deliciosa “barcarola” que trae a nuestra imaginación el suave balanceo de un elegante velero deslizándose por el mar.
En el segundo acto, ya en las costas chilenas, Fernández Caballero nos sorprende con un precioso “Coro de fumadoras”, elegante y un punto provocativo; a continuación, una brillante y espectacular “zamacueca” chilena, llena de ritmo y color, y el delicioso “Dueto de Ketty y Soledad”; en el que las dos sopranos contraponen las cualidades de los amantes británicos y españoles. Continua un simpático “Coro de soldados”, y un “Pasodoble de los gauchos”, de mucho impacto por su comicidad.
El tercer acto se abre con un “coro de bandidos” en el que Jaime, su jefe, les propone asaltar un tren, antes de que lleguen los expedicionarios y tenga ocasión de hacerse pasar por contramaestre del desparecido Capitán Grant. Esa jornada se cierra con el “Vals del fondo del mar”, página instrumental magnífica que el mismísimo Johann Strauss hubiera firmado con los ojos cerrados.
La zarzuela se cierra con un exótico “Coro de antropófagos” y un breve número conclusivo que acompaña a los aventureros en su regreso a España.


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